La palabra griega evangelio significa buena noticia y en sus orígenes se aplicó al mensaje de Jesús. Muchas personas cuando escuchaban sus palabras encontraban en ellas una buena noticia que cambiaba sus vidas. Por ejemplo, “Vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados que yo los aliviaré” (Mt 11:28). Para la gente de su tiempo que vivía agobiada por el peso de las normas de la sociedad religiosa que gobernaba, estas palabras fueron una buena noticia, pues Jesús señalaba que los ritos y normas no tienen sentido por si mismas si no van acompañados de una actitud interior. Y para quienes se sentían de segunda categoría, marginados o indignos, Jesús les mostró el amor gratuito de un Dios que se mueve compasivamente hacia los pequeños, los pobres y marginados.
Por eso, extrapolando el significado de evangelio al ámbito de la efectividad personal, GTD tiene el mérito de ser una buena noticia para todos aquellos que andan cansados y agobiados por el estrés de la vida moderna, por los desafíos que conlleva vivir en un mundo globalizado y trabajar en esta era del conocimiento.
Profundicemos un poco más el tema. Por efectividad entendemos el hacer las cosas de forma eficiente y eficaz. Es decir, hacer algo usando adecuadamente los recursos disponibles, obteniendo el logro de nuestros objetivos. Dicho esto, la efectividad tiene que ver con nuestra praxis, con nuestro actuar, con acciones para lograr nuestros objetivos en el amplio sentido de la palabra (personal, laboral, familiar, existencial, trascendental…). Siendo el objeto de estudio de la efectividad nuestra praxis, el método GTD ofrece una respuesta plausible para tomar el control de las áreas de responsabilidad que tenemos, de la cantidad de proyectos en los cuales nos embarcamos, del sin fin de acciones que hacemos día a día.
Pero además no descuida el sentido trascendente de la persona al vincular control del presente con perspectiva del futuro, al cultivar los objetivos personales, visión y misión. Por esto, a mi juicio la metodología GTD es más que una herramienta integral y no se reduce a un mero entrenamiento de habilidades técnicas para dominar con mayor rapidez las bandejas de correos, listas de tareas o alguna aplicación tecnológica. Es más que una herramienta GTD pasa a ser una ciencia para el buen vivir del hombre de hoy.
Ahora bien, al igual que en el tiempo de Jesús en el que muchos escucharon su mensaje pero sólo una pequeño grupo lo siguió como discípulos y otros como apóstoles, también ocurre que cuando muchos escuchan hablar de GTD sólo un grupo lo acoge como buena noticia y comienza su camino de “conversión” personal. Esto es parte de la dinámica de la libertad humana y de la búsqueda personal del propio camino que lleva a la realización personal.
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