Focalizarse resulta todo un desafío en ambientes laborales cada vez más dinámicos, por el poder da la información a través de internet. Nuestros ambientes están saturados de estímulos que nos bombardean constantemente a través de nuestros dispositivos móviles o computadores . Súmense a lo anterior las constantes interacciones e interrupciones con clientes, jefes y compañeros de trabajo. Todo lo anterior nos dispersa y perfectamente puede llenar una agenda semanal sin atender los compromisos o laborales, ni lograr las metas personales. En este escenario somos un velero que navega de acuerdo al viento de la jornada
En un escenario más optimista, ya se han sorteado algunos obstáculos y se ha progresado en el camino de la efectividad implementando un método como GTD . Por lo tanto, ya tienes cierto control sobre los diversos requerimientos que van ingresando a tus diversas bandejas de entrada. Y además puedes tener la virtud de organizar tu trabajo en torno a los diversos contextos donde te mueves. Sin embargo, por muy domesticada que tengas tu aplicación de tareas esto no te libera del problema de la dispersión, si no logras tomar buenas decisiones en terreno para terminar aquellas tareas vinculadas a tus objetivos personales o laborales más trascendentes. ¿Para que haces lo que haces? ¿cuales son tus propósitos? nos podría preguntar un coach en su afán de generarnos algún quiebre en nuestro contexto de obviedad.
El enfoque es la incógnita faltante para resolver correctamente la ecuación dispersión versus productividad, tanto para el neófito como para el iniciado. Lograr enfoque significa estar concentrado por un lapso razonable sin interrupciones en la tarea más importante. Gray Keller en su libro ONE thing defiende con fuerza este principio declarando el bloqueo de tiempo como su herramienta favorita. Él señala que en su rutina de trabajo bloquea las primeras cuatro horas de su jornada y con esta simple medida ha logrado resultados extraordinarios. Ahora bien, esto nos puede resultar extremo dado los ambientes en los que trabajamos. Sin embargo, tiene toda la razón al cuidar los momentos de enfoque al comienzo de nuestra jornada. Por lo anterior cultivar diariamente momentos de enfoque, desde los 25 minutos hasta un par de horas, puede ser es el mejor hábito que podamos adquirir en el camino de la productividad, cuando nos organizamos en torno a proyectos. Entendiendo por proyecto cualquier cosa que queramos realizar que para lograr su resultado requiere de dos o más acciones, tal como la define el mismo
Trabajar con enfoque bloqueando tiempo no es fácil implica una gran disciplina y perseverancia para que las cosas ocurran. Pues bloquear el tiempo es solo el inicio de una gran batalla interior. Si bloqueas tu tiempo con 25 minutos o dos horas en un proyecto, en el supuesto de tener todos los recursos disponibles para el trabajo y en el supuesto de comenzar ¿que hacer con las notificaciones del computador, del teléfono? ¿que hacer con las interrupciones del jefe o de los compañeros de trabajo? ¿que hacer con los pensamientos que surgen en la mente? Tal vez, contestar correos, conversar largo y tendido con los compañeros o divagar con la mente en las vacaciones de fin de año, sería la alternativa de navegación más espontánea en el mar de la dispersión. Ante estas situaciones es donde focalizarse se transforma en hábito y virtud gracias al temple personal que es capaz de producir resultados extraordinarios en el crisol del tiempo bloqueado, alimentado con el fuego de la concentración, dejando afuera las distracciones de mensajes, notificaciones e interrupciones.
En nuestros ambientes competitivos y cambiantes, trabajar en torno a proyectos bloqueando tiempo mejora considerablemente tus resultados, pues la productividad personal es ante todo cuestión de enfoque.
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